Muchas veces hemos sido impotentes víctimas de la delincuencia. Y claro, nos provoca rabia y frustración. Celulares y laptops suelen ser el botín favorito de los amigos de lo ajeno, así como nuestras carteras y dinero. Tras todos estos bienes hay horas de esfuerzo, que nos son arrebatadas en cosa de segundos. ¡Cuánta amargura nos genera pensarlo!
Pues bien, la historia que les contaré a continuación constituyó una merecida lección para uno de los abusivos y violentos ladrones que operan en la locomoción colectiva del centro de Santiago (específicamente, en los recorridos que pasan por Santa Rosa y San Francisco). En este contexto el año pasado me robaron la billetera y el celular; pero ayer las víctimas de los antisociales fueron otras: mi hermana, su mejor amiga y una desconocida.
Todas venían muy tranquilas en la micro - de vuelta a casa tras la jornada universitaria -, cuando mi hermana se percató de que dos hombres intentaban arrebatar el celular de otra pasajera. Como ella se resistía al robo, la tironearon violentamente, sin que ninguno de los presentes se inmiscuyera. El conductor tampoco atinó a actuar ante los desesperados gritos de la joven. Al voltear, mi hermana se dio cuenta de que su mejor amiga forcejeaba con un tercer sujeto, quien le jalaba el cabello para arrebatarle el móvil.
Mi hermana se desesperó al ver a quien define como “su hermanija” (mezcla de hermana / hija y en buenas cuentas, best friend forever) a punto de caer por los peldaños del bus, desde donde los delincuentes que agredieron a la otra chica ya habían saltado. Fue entonces que, para defenderla, comenzó a propinarle arañazos al sujeto, quien se defendió golpeándola en la espalda. La adrenalina de la situación la llevó a reaccionar por instinto: empuñó la mano y le dio en plena cara con todas sus fuerzas. El tipo cayó de la micro y el conductor cerró las puertas. Al parecer le rompió la nariz, pues quedó sangre en sus nudillos. Su amiga resultó ilesa, aunque adolorida por los golpes y tirones de pelo. El celular no se perdió.
Ante una situación de este tipo, lo aconsejable es entregar los bienes y resguardar la integridad; no obstante, reconozco que su reacción me genera cierto orgullo, ya que hizo lo que ningún hombre presente se atrevió a hacer: defender a su amiga. Y aunque no es aconsejable que “repitan esto en casa”, no pude dejar de sentirme vengada por todas las veces en que han sustraído mis cosas, además de pensar algo parecido a esto: (minuto 2:33)
Pese a que aún le cuesta asimilar lo ocurrido y no tiene ningún ánimo de repetir la proeza, fue el día en que mi hermana actuó como heroína. Y ustedes, ¿han vivido una experiencia parecida?
Imagen CC Rodrigo Kore