Previamente hemos comentado sobre la creciente tendencia masculina de dar excusas a la hora de intimar. Sea por cansancio, malestar, estrés o desánimo, ellos han equiparado los tan caricaturizados “dolores de cabeza” femeninos. Sin embargo, no porque ellos estén igualándonos en ese punto, los nuestros han dejado de existir. Y las razones por las cuales solemos negarnos a un poco de acción son las siguientes:
1. Problemas de fertilidad: Si has sido diagnosticada con alguna afección que te impida tener hijos - y tú los deseas - o bien, te esté costando concebir, puede que “la desmotivación” conlleve a una considerable merma en la líbido. Eso, al menos durante un tiempo. Tu anhelo de ser madre te lleva a planificar el sexo como “un medio para” y no una instancia de disfrute en sí. Y el no ver tu objetivo alcanzado, obviamente el desánimo pasa factura. Tu mente envía la señal de que tu cuerpo no responde a sus requerimientos, por lo cual instintivamente “lo rechazas”.
2. Infidelidad o crisis: Si tu pareja fue infiel o tienes sospechas de que lo haya sido, este punto claramente afectará tu deseo de intimar. Será inevitable que vengan a tu cabeza imágenes de tu marido o novio con “la susodicha”. Asimismo, si han atravesado recientemente una crisis, puede que en tu subconsciente aún se anide resentimiento, el cual pasará factura a la hora de tener sexo.
3. Inseguridad: Cuando el “rollito regalón” comienza a afectar más de la cuenta, las marcas de estrías o celulitis incomodan y algo en nuestro cuerpo nos disgusta, es normal que el deseo de compartirlo con el ser amado también disminuya. Claramente, queremos parecer bellas ante sus ojos y si no nos sentimos tales, ¿cómo podemos disfrutar de que él nos vea desnudas?. Ante esta causa, es usual el requerimiento de “apagar la luz” y las excusas a la hora de tener acción entre las sábanas.
4. Aburrimiento o rutina: Cuando una pareja deja poco tiempo para sí y el que comparte lo destina a las mismas actividades (ir al mismo cine, conversar los mismos temas, comer en el mismo fast food, etc), es usual que en la cama tampoco haya diferencias. Saber que harás por enésima vez el misionero o “girl on top”, sin sorpresas ni variaciones, también puede desmotivarte a la hora de entrar en el juego.
5. Malestar físico: A veces no somos tan rebuscadas. Es probable que sí nos duela la cabeza, de manera tan macabra que sólo queramos estar tumbadas en la cama y a oscuras. También podemos estar sufriendo de una hinchazón del terror, una cistitis, dolor de ovarios, la menstruación, lumbago y un sinfín de etcéteras. Y en esas condiciones, ¡nadie!
Es importante que la pareja converse y comprenda toda vez que uno de sus miembros se muestre reticente a las caricias entre sábanas. De ser éste un hecho aislado, no hay que darle mayor importancia, pero si es problema recurrente se debe indagar en las causas. La generalidad de los puntos se resuelve mediante el diálogo, pero en los casos más severos recurrir a un especialista será de gran utilidad. Y ojo, que en los últimos lustros crece la tendencia de acudir a un coach sexual, de lo cual en Fucsia les hablaremos prontamente.
Y a ti, ¿qué te impide disfrutar de un regaloneo on fire?
Imagen CC Julia Shashkina