OK, lo reconozco. Sucumbí ante los encantos de mi serie favorita ("El Sultán") y me quedé viéndola online hasta altas horas de la madrugada. Fue un carrete con mi notebook y la adictiva producción, que me llevaba a pinchar un nuevo capítulo cada vez, sedienta de saber más sobre el devenir de los personajes. Todo, sin reparar el inexorable paso del tiempo. Me dormí muy tarde, sabiendo que a la mañana siguiente tendría clases. Ciertamente un descriterio, pero ¡fue inevitable!
Sí, las mujeres también necesitamos a veces nuestra “caja de la nada”, que nunca está tan vacía como la que resguarda a los hombres. Ese espacio femenino tiene series, películas, lectura de revistas, libros o blogs; en fin, cosas que nos llevan a desconectarnos de nuestros asuntos por algunos instantes ¡mega necesarios!
Mi responsable reloj biológico no falló tras la noche de juerga con la historia de época que sigo fielmente. Me despertó a la hora exacta en que debía prepararme para una nueva jornada académica en la U. Desperté a duras penas, pero con la adrenalina que los deberes te inyectan y el curioso buen ánimo que te invade tras unas horas de descanso. Te sientes imbatible y capaz de cumplir con cada compromiso adquirido de la manera más brillante. Es más, yo sentí que podría llegar trotando hasta mis clases, si no fuera que tenía un control y debía llegar con buen aspecto, no sudada.
En pleno despliegue de los conocimientos estudiados durante la semana, Morfeo reclamó mi ausencia. Las 4 horas - o menos - de sueño me pasaron la cuenta, mi realidad se mezcló con la ficción y casi sin querer empecé a resolver mentalmente los problemas de Roxelana en lugar de las preguntas planteadas. Luego, me fui a negro y sólo anhelaba mi seductora cama, además de enredarme entre las piernas de mi pololo, aunque no para “regalonear” sino ¡dormir abrazados! (sí, porque además, hacía mucho frío).
En fin, espero que un milagro me ayude a tener azul y que un buen café me ayude a volver a casa sin correr riesgo de quedarme “pegada” en la estación de Metro o el asiento de la micro. Ir a clases con sueño es una experiencia nada sexy. Así es que por mucho que otros menesteres intenten disuadirnos, la cita con Morfeo es un must. ¡Procuren no olvidarlo!
Imagen CC Jake