Advertencia: la siguiente confesión puede resultar desagradable para algunas personas… ¡Pero para mí no! Me encanta sacar puntos negros y espinillas. Hasta los pelos encarnados me generan cierto placer. Lo sé, suena asqueroso. ¿Cómo es posible que me guste algo así? Si soy sincera contigo, no tengo ni la más mínima idea. De lo único que estoy segura es que no estoy sola en esta locura.
Vamos, admítelo: si estás leyendo esto, es que también te pasan cosas con los mejores amigos de la pubertad. De vez en cuando pillo alguno en mi espalda, pero a estas alturas de la vida es muy ocasional. Para mi suerte, siempre hay alguna persona dispuesta a darme en el gusto (y es que los molesto incansablemente hasta que dicen que sí).
No importa si nos conocemos hace años o hace una hora: si tienes un punto negro a la vista, ¡te preguntaré si puedo sacarlo! Al parecer tengo una pequeña obsesión. Puedo estar horas explorando la espalda de mi pobre víctima, sin aburrirme nunca. ¡Siempre encuentro uno nuevo para sacar! Ni siquiera El Clon o El Sultán han logrado distraerme una vez que me encuentro focalizada en mi tarea: apretar. Aquellos que me conocen saben que no hay mejor regalo que dejarme sacar algún puntito negro o una espinilla madura. Pero lo mejor es cuando son dobles: punto negro y espinilla a la vez. ¡Una maravilla! (¿o es muy repulsivo lo que estoy diciendo?)
Con el paso del tiempo mi locura ha ido un poco más allá de lo común. Hace algunos años, conversando con una amiga que comparte la misma afición, me confesó que le gustaba ver videos respecto al tema. Y yo pensé… ¿cómo no se me ocurrió antes? Me había conformado con la vida real, pero el mundo virtual ofrece videos en alta definición que puedo ver tranquilamente, sin que alguien esté reclamándome porque le duele.
¿Y tú, eres capaz de admitir esta locura?