El mundo al revés. Sí, el amor es tan raro que incluso puede llegar a ser paradójico. Muchas veces cuando queremos algo, no lo tenemos; y cuando lo tenemos, no lo queremos. Tal como pasa cuando te emparejas y los pretendientes llueven. ¡Cómo son las cosas!
Comienzas a pololear, y tu lista de admiradores se engrosa de manera automática. Mágicamente sientes que aumentan las miradas en la calle, los jotes que invitan tragos en carretes, y esos ex pinches que vuelven a llamarte. Eres más deseada que nunca, pero en el momento menos oportuno, pues no te interesa: estás felizmente acompañada.
Muy por el contrario a la etapa de soltería, en la que querías hombres para flirtear y no pasaba nada. Los típicos períodos en que ningún perro ladraba cuando lo pedías. Y frente a eso, no quedaba otra que aprovechar ese tiempo de tu vida pasándola bien; total, creías que llegaría la hora de ligar o encontrar a tu hombre ideal, aunque no sabías cuándo.
Y ahora que arribó tu media naranja, lo hacen también los jotes. Así que no entiendes nada. Comienzas a cuestionarte si tal vez antes parecías muy necesitada que espantabas a los hombres, si te veías poco sexy; o es que ahora tu pololo tiene buena mano, creciste mucho como persona, o quizás fue sólo mala suerte. La verdad, ni idea.
Es difícil dar una sola explicación, pues todo puede ser: ¡son cosas del amor! Jaja, será... A ti, ¿te ha pasado?