¿Han escuchado hablar de las situaciones límites? Sí, esas que nos ponen los pelos de punta, donde lo único que quieres es que te trague la tierra y salir corriendo. Cuando nos ocurre una situación vergonzosa, por ejemplo, pensamos que es el fin del mundo y que todo nos saldrá mal. Hasta ahí llega todo nuestro esfuerzo y no vemos ninguna solución o salida. Pero ¡calma, que no panda el cúnico, cómo decía el querido Chapulín Colorado! Pasar por este tipo de situación podría llegar a ser algo muy favorable. ¿Pero cómo?, se preguntarán.
Sí, coloquémonos en el caso que queremos conquistar a un macho recio que nos encanta y sin darnos cuenta nos lo encontraron casualmente con él en un restaurant con menú muy chancho, jaja. Un momento muy inoportuno por cierto, ya que nuestra comida está llena de cosas golosas y postres. Lo primero que nos pasa por la mente es ¡oh rayos nunca más va a querer saber de mí, que vergüenza más grande!
Pero ¡sorpresa!, resulta que lo único que hace es reírse a carcajadas y contarnos que también tenía ganas de 'chanchear', pero le daba lata hacerlo solo. Entonces nos acompaña y terminamos en la mesa con el bombón que nos gusta, en medio de una grata conversación. ¿Ven que no es tan terrible?
O también puede pasar que tratamos de escondernos de nuestro príncipe azul, porque nos da tanto nervio toparnos con él que `por ningún motivo queremos que nos vea'. Y él se da cuenta de esto, pero en vez de molestarse lo encuentra chistoso. Entonces, piensa que no somos como cualquier mujer, sino que ve en nosotras una parte infantil que ¡lo derrite!.
Así, podemos pasar por muchas experiencias límites o vergonzozas (caernos en la calle, abrir la puerta con una máscara facial en nuestros rostros, que nos vean bailando sobre una mesa, etc), las cuales pensamos que arruinarán nuestros planes, pero finalmente nos ayudan a romper el hielo y entrar en confianza con los demás.
Y ustedes, ¿han pasado una situación similar que finalmente resultara beneficiosa?