Se estima que 300 millones de personas tienen depresión en el mundo, e indudablemente es una enfermedad que ha existido desde hace miles de años atrás. Si bien las causas son múltiples, con la era de las redes sociales los índices de diagnóstico clínico parecen aumentar.
Los síntomas de la depresión probablemente ya los conoces, siendo los más importantes la presencia de un estado de ánimo decaído, baja autoestima, perdida de interés y placer en las actividades que normalmente disfrutaríamos, insomnio, aislamiento, mayor negatividad, entre otros. Sobre todo - y éste es el factor clave cuando se trata de vincular la depresión con el uso de las redes sociales - es que se da una tendencia a interpretar la información ambigua como negativa.
Este último punto quiere decir que no son las redes sociales en sí lo que puede causar depresión, sino que antes de que ello ocurra, la persona debe tener ciertos factores de riesgo o vulnerabilidad que la llevan a entender la información expuesta en Facebook, Twitter o Instagram como un ataque, volviéndose esto un detonante para la enfermedad.
Características como la paranoia, la baja autoestima y tendencias neuróticas (inestabilidad emocional) pueden desencadenar cierta vulnerabilidad hacia la depresión en contacto con las redes sociales, así como otros factores somáticos (desórdenes alimenticios, problemas de sueño, estrés, entre otros).
Un estudio realizado en la Universidad de Houston por M. Steers, un doctor en sociología, indicó que algunas señales pueden precavernos de tener este tipo de personalidad vulnerable, como lo es ver muchas veces y por largo tiempo un mismo perfil, llegando incluso a obsesionarnos con esa persona e imaginando que somos ellos. El error, dice, está en comparar la “vida feliz” que muestran nuestros amigos o contactos en la red con la vida propia, pensando que ésta es peor, y causando pensamientos negativos acerca de nosotros mismos, así como sentimientos de soledad y frustración.
Es común que en las redes sociales, además, se busque potenciar la imagen positiva de uno mismo, por lo que no siempre lo que se ve es la verdad objetiva. Otro estudio realizado en el año 2013, encontró que algunos atributos conductuales expresados en la red social Twitter, señalan aspectos a veces hasta íntimos, como estados anímicos, emociones, estilos lingüísticos, autoestima, relaciones sociales, etc. que podrían dar indicios de una potencial depresión. Se han conocido casos de personas que claman haber viajado a lugares que en realidad no conocen, tener parejas falsas, gustos que en realidad no son ciertos y en general, ser personas que no son. Es cierto que estamos insertos en el mundo virtual, es muy difícil no pertenecer a él. A veces nos encontramos a nosotras mismas expresando parte de quienes somos y poniendo nuestro mundo interior en las redes sociales, sin darnos cuenta del vínculo que estamos generando con ellas. Sería mejor actuar de forma asertiva al usarlas, sin buscar sacar celos ni envidia de nuestros contactos; mientras que si estamos en el otro lado de la moneda y nos afecta emocionalmente enfrentarnos a las redes sociales (generándonos tristeza o soledad), es mejor alejarse un poco y mantener la distancia.
En tu experiencia, ¿crees que las redes sociales generan depresión?