Cuando elevo la vista al cielo en días despejados “variando a parciales” y encuentro aquellas pequeñas nubecillas alineadas - por entre las cuales se cuela el sol - , mi corazón se acelera y mis ojos se entregan a su contemplación. En más de una oportunidad, he buscado la cámara de mi celular para inmortalizar aquel sublime momento.
Los “altocúmulos” (nombre técnico de estas formaciones nubosas) son una de esas pequeñas cosas increíbles que alegran mi día. Mi viejita los llamaba “corderitos”, porque efectivamente eso parecían. Al verlos, imaginábamos un gran rebaño pastando en un enorme campo azul. Lo mejor era cuando tomaban otros colores (rosados, dorados o violetas) dependiendo de la hora o la luz que recibían. Hasta hoy, perder la mirada en ellas me ayuda a sentirla cerca, aún cuando ya no esté físicamente. Traslado mi alma hacia esa superficie de algodón, para quizás allí, encontrar su mirada risueña y sus brazos abiertos.
Más allá de la nostalgia, sobra decir que observar estas nubes puede ser muy entretenido si se cuenta con la imaginación suficiente. En ellas, podemos encontrar figuras tales como perros, gatos, corazones, ángeles u otros. ¿Qué más entretenido que cotejar nuestras impresiones con un buen buen compañero?. Las nubes son el mejor ejemplo de que podemos divertirnos y ser felices con algo tan simple como mirar al cielo.
Y tú, ¿te animas a pasar una tarde con tu vista perdida en las nubes?