Cuando las lágrimas inundan nuestros ojos, existen diversos remedios cotidianos para tratar de aliviar la carga. Una peli llorona (que saque todas las emociones reprimidas), un apapacho de alguien que quieres o reír a carcajadas, pueden ser soluciones útiles. Pero sin lugar a dudas, el mejor remedio para un corazón roto por amor, una amistad dañina, una desilusión laboral o cualquier penita, es una rica, dulce y relajante cuota de chocolate directo a la vena.
Puede ser en forma de pastel, barra con o sin almendras, oblea bañada o lo que quieras, pero lo más importante es que el chocolate esté entre sus ingredientes esenciales. Se habla de que este alimento - no demasiado fitness - es un deleite para nuestro corazón, porque al consumirlo liberamos endorfinas, también conocidas como "hormonas de la felicidad". Éstas tienen un efecto analgésico en el cuerpo.
Pero dejando de lado lo químico o técnico, es difícil describir lo grato que se siente consumir cacao en cualquier momento del día, pero sobre todo cuando las cosas no andan bien. Este alimento azucarado tiene el grandioso superpoder de hacernos sentir genial al comerlo, lo que le convierte en uno de los mejores amigos para pasar la pena.
Es un hecho que su mágica receta, elaborada por los dioses del placer, nos levanta el ánimo y nos llena el corazón de una sensación maravillosa. Es como un calorcito interno que se apodera de nuestro pecho y que pareciera iluminar hasta los días más oscuros, entregándonos una mirada distinta de los hechos. Esa energía que sólo el azúcar es capaz de entregar, nos da la fortaleza para seguir adelante.
No es que el chocolate borre nuestra memoria y nos haga olvidar lo que nos apena, pero ese instante en que lo saboreamos en el paladar, el tiempo se detiene. Sólo somos dos: el cacao y nosotras, en un vínculo de complicidad que no requiere de palabras (pero sí de saborear lo que se queda derretido entre los dedos). La receta ancestral de este alimento es algo así como una anestesia, que de a poco va calmando los dolores del corazón.
Otro aspecto positivo de pasar las penas con un chocolate, es que no te conviertes en la amiga quejona, de esas que la mayoría se aburre de escuchar. Transformas al rico y fabuloso cacao en tu confidente: él no pondrá peros en disminuir tus lágrimas, ni te criticará por cometer errores. Tampoco se negará a ofrecerte su compañía cada vez que lo necesites.
Si estás aburrida de consumir remedios naturales para minimizar la pena, si sientes que las personas a veces no quieren escucharte o necesitas cambiar esas lágrimas por sonrisas, anímate a preparar tu propia receta en base a chocolate. Compra una barra en el almacén más cercano o ten a mano algún bombón para cuando las cosas se pongan feas en el trabajo.
Eso sí, recuerda que,- como todos los placeres de la vida - el exceso puede producir consecuencias no demasiado gratas, como los rollitos chocolateros.