Puedes estar rodeada de gente o sola, en la micro o en medio de una reunión de trabajo, pero de repente y sin aviso, te sale un sonoro: ¡hip!
Vergüenza. Admitámoslo, podemos tener mucha personalidad, un tremendo desplante, pero ese sonido (acompañado de un saltito de nuestro pecho) no pasa inadvertido. Por el contrario, no sólo es molesto, a veces da risa y hasta se contagia. En poco tiempo, no puedes parar de soltar “hipos” entre risa y risa, incluso al punto de lagrimear.
Pero si el tiempo pasa, y la risa ha cesado - pero el hipo no - estás en un problema: la gente ya te mira con molestia, te impacientas, el tórax duele, poco a poco estas sintiendo unas raras ganas de ir al baño y sólo resta hacer los ya ancestrales remedios para que este mal salga de tu cuerpo.
Saltar en un pie, poner un trozo de diario en la frente, que te doblen la manga sin que te des cuenta, hacer flexiones de cuello, girar y aplaudir, y el mejor de todos: tomar cinco vasos de agua “al seco” ¿resulta? Si, en ocasiones, pero no por sus particularidades, sino porque todos buscan lo mismo: distraerte para que te relajes y respires
Pero claro, eso lo descubrimos después de haber realizado cada una de esas danzas. Y cuando te da hipo 9 veces en un día, créeme que las harás.
¿Cuál es tu secreto para el hipo?