Se me ocurrió que quería iniciar este espacio con una mujer. Pero no la típica. Quería a una fémina poco convencional. En eso estaba cuando me encontré en el cable con “Fur”, la película que cuenta la vida de la fotógrafa Diane Arbus, encarnada por Nicole Kidman. El director Steven Shainberg (Secretary) fue el encargado de comprimir en dos horas la brillantez de su talento. Ella es la mujer de la que quiero contarles.
Revisé cuanto material encontré de Diane Arbus, textos, biografías, incluso artículos sobre la película y fotos, muchas fotos.
Con la mayoría sentí escalofríos, con otras, simplemente me conmoví. Lo cierto, es que creo que son pocas las fotografías que provocan efectos tan evidentes e instantáneos. Las imágenes de Arbus hurgan en esas emociones desagradables y todo lo chocante que puede llegar a ser ver -no sólo figuras de gente “peculiar”, si no que además imaginar el contexto en que fueron tomadas- por ejemplo la escalofriante “Identical Twins” en la que Kubrick se inspiró para crear a las gemelas de “El Resplandor”.
La singularidad y la malformación física se transformaron en una constante dentro del universo de la depresiva y antes aristocrática fotógrafa. Aquí, los jorobados, hombres sin cabeza y retrasados mentales son reales y plasmados tan intima y fríamente como un retrato sencillo pero desafiante puede ofrecer.
Diane dejó su trabajo como fotógrafa de moda y publicidad en la revista Harper’s Bazaar y, en cambio, se dedicó a recorrer morgues, hoteles de mala muerte y sanatorios mentales, como queriendo encontrar al hombre en su estado más patético y en su naturaleza más decadente. Así, como resultado de su eterna depresión y exploración excesiva y obsesiva de la condición humana, sus últimos días fueron dignos de uno de sus mejores retratos. Con olor a locura, literalmente, al pasar días sin ducharse por impregnarse de ese “otro” y captar con su lente a un loco de manicomio, que se pegó a ella en forma de pestilencia.
Alguna vez leí por ahí que los freaks se vinculan de algún modo con las leyendas y Arbus sí que lo es. Se transformó en un referente mundial por su personal visión de la belleza y por la capacidad de lograr inquietar al espectador a través de la monstruosidad de sus personajes.