Estuve hace poco con un par de amigos, comentando esos aspectos de la vida de pareja que uno rara vez menciona en público. Cuando llegó el típico momento de quejarse de las exigencias que siempre nos hacen nuestras pololas, uno de ellos mencionó algo bastante peculiar. Me llamó la atención, porque a mi otro amigo también le había pasado recientemente, y alguna vez también lo viví.
El reclamo era sencillo: ellas siempre alegan que los hombres no las escuchamos cuando nos hablan cosas importantes, pero las mujeres también lo hacen y, tal vez, más seguido. Con el pretexto de tener mucho que hacer al día siguiente, de estar pensando sus propias cosas, o simplemente por capricho, ellas decidían ignorar lo que les decimos. Más de alguna seguramente creyó que uno no se da cuenta, pero es todo lo contrario.
El problema es que los hombres no cuentan muchas cosas realmente importantes sobre ellos siempre. Tampoco lo hacen con cualquier persona. Por latero, redundante o burdo que pueda escucharse, cuando un hombre revela algo sobre sus inseguridades, miedos, anhelos o autoestima, sabe que se expone demasiado. Lo peor que le puede pasar es que su novia se quede dormida, prefiera leer un libro o revise el correo en su teléfono.
El mejor consejo que le pude dar a mi amigo fue hablar directamente con su novia, y buscar un momento y espacio más apropiado para contarle sus cosas. ¿Qué opinan ustedes?