No tengo la costumbre de regalar cosas o de celebrar cumpleaños, pero de vez en cuando, por amigas que realmente esperan los obsequios y todas esas cosas que vienen envueltas en papel de alguna clase, hago el esfuerzo y voy a vitrinear. No es algo que me guste, porque siento que no tiene mucho sentido para los hombres. Desconocemos las mil complicaciones de una talla, los trucos que esconde una marca determinada y, además, no tenemos suficiente paciencia para regatear.
Usualmente, parto en los mall y cuando no encuentro algo que me llame la atención, empiezo a visitar ferias artesanales y librerías. Pero rara vez tengo algo claro en mente, y doy cien vueltas hasta regresar al punto de inicio. Todo por no saber cómo vitrinear.
Lo peor es cuando uno quiere regalar ropa. Cruzas los dedos para que funcione, porque la ropa es lo que los hombres menos conocemos y por ende no siempre recordamos que una talla específica no asegura comodidad, porque tiene que quedar bien de cintura, al estirar los brazos, no apretar mucho las piernas y dejar el pecho descubierto pero sólo lo suficiente para que una bufanda pueda cubrirlo de forma armónica. Insistiré por siempre que cuando las mujeres se visten lo hacen pensando en lo que dirán otras mujeres, porque a los hombres nos da casi lo mismo.
El último regalo que hice fue un fracaso. Compré una chaqueta y pensé en todo; que fuera ondera, se pudiera usar para carretear, no estuviera hecha de un material muy brillante, que no absorbiera la lluvia y que tuviera varios bolsillos interiores, además de un gorro opcional con pelitos. Pero no pensé en el ancho de los brazos, y la tuve que cambiar. Hoy tengo que comprar otro regalo, y llevo todo el día pensando cómo hacerlo para dar con el correcto.
¿Cómo vitrinean ustedes? Tal vez puedan darme algún consejo para que salir a ver ropa o adornos no sea un horror y hasta pueda encontrarlo divertido.