Se acuerdan cuando íbamos al colegio, no existían los celulares, prácticamente nadie utilizaba los mails, y para poder estar en “contacto” con el mino que nos gustaba había que llamarlo a la casa.
Era atroz! Si ahora nos ponemos nerviosas cuando lo llamamos al celular, en esa época era peor aún; porque no sabíamos si él iba a contestar. Primera de las vergüenzas entonces, que nos respondiera otra persona y tener que preguntar con voz tiritona y todavía algo chillona por él.
La segunda y creo que peor de todas, era que no estuviera en la casa. Eso sí que me daba plancha, después pasaba toda la tarde rompiéndome la cabeza, mientras pensaba si llamarlo de nuevo. Todo era un verdadero parto; y la familia entera se terminaba enterando que tenías un crush con el niñito aquel.
Yo hice varias pendejadas cuando llamaba al mino que me gustaba. A veces anotaba en un cuaderno todos los temas que quería conversar con él; en el fondo, para no tener que pasar la plancha de quedarme callada.
También en alguna que otra ocasión ponía mi canción romántica favorita de fondo. Patética! Pero me perdono porque era cabra chica.
Ahora no sé si es más fácil o más complicado. Porque como una vez escuché sabiamente en una película: “You just have to go around cheking all these different portals; just to get rejected by seven different technologies. It´s exhausting” (Drew Barrymore en He is just not that into you).