Por Loreto Ramírez
Tal como dice el título, nunca he podido ver a mis máximos ídolos de preadolescencia. Cuando vinieron al festival de Viña en el 98, no pude ir porque en mi casa nadie me quiso acompañar ni pagar la entrada. En esa época no me podía costear nada, menos un viaje a la Quinta Vergara. Así que obligada a verlos por la tele. Recuerdo que gritaba en mi pieza y le daba besos a la tele cada vez que salía Nick Carter. Demasiado emocionante.
Vi cada entrevista y terminé de rayar mi casette tanto escucharlos. Cuando volvieron a Chile a dar un concierto en el Movistar Arena en el 2009, tuve que trabajar. Intenté zafar pero no pude. La verdad es que quería conseguirme la entrada gratis, pero mi red de contactos era bien nula, así que me quedé de brazos cruzados torturándome por amarrete. A los días siguientes, vi cómo todas las chicas de mi edad subían fotos de los Backstreet Boys y mi pica aumentaba de manera proporcional a los álbumes que subían.
Pero ahora la cosa cambió. Salió en todos los diarios y portales que el ex quinteto, hoy cuarteto, vuelve el 3 de marzo al Movistar Arena a promocionar su séptimo disco llamado "This is us". ¡Me emocioné demasiado! Estuve toda la tarde cuestionándome si era muy perno que aún me gusten, pero es algo de infancia, de adolescencia. Es recordar cuando me atraían los niños de otros cursos o lo choro que se sentía tener una nueva foto de Nick con cancionero incluido, esas que venían en TV-grama.
Hoy mis gustos musicales se acercan más al rock, que al pop ultra mamón. No obstante sé, que cuando toquen “Everybody”, bailaré como en el video. De hecho, creo que me compraré un cintillo con escarcha y se los aseguro, lloraré… ¿muy ñoña?