Foto vía zonyazombiee
Para ser honesta, nunca me he leído las cartas. No tengo nada en contra de la gente que lo hace cada cierto tiempo casi como un ritual sagrado. Pasa que para mí, es todo mentira.
Ya, es verdad que puedo sonar súper categórica, pero de verdad que creo que la gente entiende lo que quiere escuchar. Por ejemplo, vas porque quieres saber si “es el hombre de tu vida” y una señora con años de experiencia ve tu cara de angustia y te dice “él no es para ti, pero tu príncipe azul está más cerca de lo que crees”; y la tonta hace memoria y se acuerda del compañero de la oficina que no pesca ni en bajada.
Porque seamos honestas, la mayoría de mis amigas que van donde los tarotistas es primero que todo por cosas de amor, segundo y bien abajo, por pega; y como último, familia.
Jamás he escuchado que a alguien le hayan dicho cosas malas. Lo que me da más risa es que cuando no les dicen lo que quieren escuchar, “esta vieja no cacha nada, me dijo puras tonteras”. Pero cuando le adivinan su futuro: “es demasiado seca”. Por esto es que derechamente, no creo en el tarot.