Dígame loca. Sí, no hay problema. Pero jamás me podría gustar un tipo que usa zapatos, llámese mocasín, bototos Cat, zapatillas Skechers o esas blancas de cuero tipo Diadora (onda deportista). Menos si van combinados con el clásico jeans azul seudo ajustado. Es una cosa que simplemente no va conmigo.
Como ya les había comentado, cada uno tiene sus propios filtros -superficiales- cuando se trata de elegir a la gente y creo que así como la música, los zapatos, en especial, dicen mucho de la gente. Si son poseros, relajados, despreocupados, con cero gusto o, simplemente, “sin personalidad” (como esa gente "nada" que pasa desapercibida por la vida). Yo me quedo con el de las zapatillas, si son roñosas no importa, siempre y cuando me digan algo de él.
Aunque como en toda regla, hay excepciones. Una vez vi en la micro a un tipo que usaba unos botines medios rockeros y una chaqueta de mezclilla vieja. Lo amé. Un pequeño James Dean, varonil y estiloso. Pero claramente ese look no les viene a todos y esa es la gracia. De alguna manera todo lo que usamos o lo que nos gusta grita “quiénes somos” y sólo los que estén destinados a conectarse con nosotros son capaces de escucharlo.