Ya escribimos sobre nuestros amores platónicos de chica y del arrastre que tiene Justin Bieber entre las adolescentes. Bien alejada del conservadurismo de las más viejas, quedé de una pieza cuando leí que una niñita mexicana de no sé cuántos años, porque no han querido develar su edad para resguardarla, había ofrecido su virginidad a cambio de una entrada para el concierto de Justin Bieber. ¿Será para tanto?
Tengo 25 años y a pesar de que he reconocido en innumerables oportunidades mi fanatismo y locura de adolescente por algunos artistas, jamás he dicho ni hecho cosas tan locas. Por ejemplo, jamás fui de las que llevé a los conciertos peluches, ni regalos. Soy una eterna convencida de que quedan en los camarines o que son entregados a otras personas, quedando todas las buenas intenciones en nada.
Pero si nos remontamos a los conciertos de antaño, nos damos cuenta que estos ofrecimientos y locuras, como las de la niñita mexicana, han existido siempre, tal vez no en ese nivel, pero sí más suaves. Ejemplos de éstos hay varios, uno de ellos, las niñas que se sacaban los sostenes en pleno recital para lanzárselos a sus artistas.
¿Hasta dónde llegarían ustedes con tal de conseguir una buena entrada para ver a su artista favorito?