Luego de la detención preventiva de Manuel Lagos, hermano del animador Sergio Lagos, por tráfico de drogas, y el polémico programa de Televisión Nacional donde una periodista consume marihuana durante 21 días, los cuestionamientos a la Ley 20.000 han ido en aumento.
Y es que el consumo de marihuana nunca ha dejado de ser tema. Su legalización sigue siendo una demanda coherente para muchos y que cada vez suma más adherentes. No es que hoy sean más las personas que la consuman, sino que al pasar los años los viejos estigmas sobre esta “droga” se han ido rompiendo.
Hoy en día, el acceso a internet ha facilitado la divulgación de información que durante años estuvo acallada. De esta manera, la gente común y corriente puede sacar sus propias conclusiones y entender cuando se está hablando de la realidad y cuando sólo se trata de prejuicios. Precisamente, de esta misma forma es que hace algún tiempo se divulgó en internet un video con reconocidos rostros de la televisión chilena, donde se critica abiertamente el funcionamiento de la Ley 20.000 y su efectividad para terminar con el narcotráfico.
Es así como, por ejemplo, se cuestiona que esta Ley debe ser una de las pocas, si no la única, donde la persona sospechosa debe demostrar su inocencia y no la Fiscalía probar el delito. De esta manera, quienes son sorprendidos portando marihuana deben aclarar que era para consumo personal, en lugar de que la Fiscalía tenga pruebas que revelen su involucramiento en alguna red de tráfico.
Esto se vuelve aún más complejo ya que ni siquiera existe claridad para determinar cuanto es la cantidad que se puede argumentar como “uso o consumo personal exclusivo y próximo en el tiempo”, donde, incluso, la misma Ley invalida esta posible justificación “cuando la calidad o pureza de la droga poseída, transportada, guardada o portada no permita racionalmente suponer que está destinada al uso o consumo descrito”. De esta forma, se entiende que esta Ley se basa en suposiciones para finalmente aplicar una sentencia. Por otra parte, al no estar determinado el gramaje que es posible portar, el criterio de como la Ley puede determina la calidad de simple consumidor, microtraficante o traficante, deja mucho que desear.
En este mismo sentido, la Ley 20.000 se contradice increíblemente al permitir como justificación el “uso o consumo personal exclusivo y próximo en el tiempo”. Más allá del juego de palabras que se puede observar, se entiende que en una cantidad que no está determinada, el consumo de marihuana es legal. Y si es legal fumar, pero no plantar, ¿cómo se supone que se conseguirían los “pitos” si no es comprándolos?
En definitiva, termina fomentando el narcotráfico y no combatiéndolo como para lo que se suponía que estaba hecha. Al no poder cultivar marihuana en forma privada, la única posibilidad de conseguirla es a través de la compra ilegal, produciéndose una encerrona “constitucional”. Es así, como también surgen dudas sobre los reales intereses de quienes insisten en no despenalizarla.
Otras de las grandes contradicciones a las que han apelado quienes defienden la cannabis, es que a pesar de que el cigarro y el alcohol forjan directa o indirectamente una dependencia, estos no son considerados como drogas. Más absurdo todavía cuando estas generan sobre 15 mil muertes al año y la marihuana ninguna. Incluso un estudio de las Universidades de Colorado Denver y de Montana State comprobó que permitiendo el consumo de marihuana se disminuiría en un 9 por ciento las muertes por manejo en estado de ebriedad, sin aumentar éstos en otra categoría.
Finalmente, no se entiende porque en el Gobierno se insiste es penalizar el consumo de marihuana si incluso la OEA declaró que "la despenalización del consumo de drogas debe ser considerada en la base de cualquier estrategia de salud pública".
Más allá de todas las contradicciones que se puedan seguir encontrando, lo importante es entender que la sociedad chilena ha cambiado y que necesita que sus Leyes sean coherentes a su realidad. Ya no se puede seguir manteniendo la venda en los ojos caprichosamente, cuando son claros los desperfectos de esta Ley y más aún, los argumentos que insisten en no legalizar una planta inocente.
Y tú, ¿qué opinas de la Ley 20.000?