Puedo afirmar muy personalmente que siempre he considerado sano en cuanto al desarrollo de nuestra sexualidad el hecho de ver porno. Si bien es un tema tabú y que no se habla sin un dejo de burla y suciedad, es una forma de estimulación que permite en algunos casos acompañar la exploración de la sexualidad tanto propia como en pareja. Desde el hecho de “sacar ideas” para probar nuevas experiencias, hasta la simple y no menos importante autoestimulación, el porno da para mucho.
Sin embargo, recientemente participé de una serie de charlas feministas, las que debo decir, sacudieron mi mente de una manera increíble. Me dejaron con hambre de estudiar más el tema de la mujer y el feminismo, y es lo que he estado haciendo, aun cuando siempre tuve cierto apego al tema y me llamaba poderosamente la atención.
Y claro, yo que siempre había sentido el hecho de ver porno como algo sumamente liberador, y que nos deja a la par de los hombres en cuanto a asumirnos como sujetos sexuales, me vine a dar cuenta de lo violencia simbólica y gráfica contra la figura de la mujer que esta industria ha desarrollado a lo largo de toda su vida. Como muchas injusticias que pasan inadvertidas, me di cuenta de lo negativa que es la imagen de la mujer en ese tipo de películas.
Además, en la mayoría de los casos, también se entrega una visión extremadamente violenta del sexo, el cual se convierte en un medio de satisfacción masculina donde la mujer sólo se encarga de ello, y sus satisfacción se pierde, puesto que lo importante es el “desenlace” de él.
Todo esto sumado a recientes informaciones respecto a los abusos que ejerce la industria del porno contra sus actores, como violaciones y trata de personas, que realizó The Pink Cross, una organización que reúne a ex trabajadores de esta industria, entregándoles apoyo y asesoría al respecto. Las terribles declaraciones de la ex actriz Shelley Lubben al respecto encendieron una luz de advertencia que revelaría poco a poco lo que esconde este negocio.
Y me dejó rondando un gran cuestionamiento al respecto. ¿Estamos contribuyendo a la degradación de la sexualidad más que a la estimulación de esta, apoyando este tipo de industrias? Les dejo el video de las declaraciones para que saquen sus propias conclusiones: