Si existe algo irritante son aquellas amigas - o lo que es peor, simplemente colegas - con vocación de casamenteras. Esas que no pueden ver que saludemos a alguien o le preguntemos si ha visto nuestro bolígrafo sin armar toda una teleserie en su cabeza. Y lo peor, ¡exteriorizarla! (es clásico el “uyyy, el amorsh”) echando a correr rumores de un supuesto “affaire” dentro del curso o empresa.
Lo anterior no tiene nada de malo si la persona con la cual te vinculan realmente te gusta, pero es bastante antipático cuando ni en tus peores pesadillas se te ha cruzado tener algo más que una relación de cordial compañerismo con el - o la - aludid@. (Sí, porque hombres y mujeres hemos sido víctimas alguna vez de ese personaje que se cree “Celestina”)
El afán de “formar parejas” de nuestra compañera o amiga (por lo general se trata de chicas, aunque también hay varones con esa motivación) puede no pasar de una simple anécdota o tomar ribetes realmente desagradables si estamos en una relación con alguien celoso - “¿Por qué te molestan con ella / él? ¡Algo habrás hecho tú!” -, en circunstancias que nuestro “pecado” se limita a darle los buenos días con voz de documental de Discovery Channel. ¡Para peor, si “paramos” a la casamentera, corremos el riesgo de ser catalogadas de “graves”, pero si no lo hacemos “el que calla, otorga”! ¿Entonces qué pasa? Obviamente nos sentimos molestas e incómodas, llegando incluso a ignorar al pobre sujeto con el que se pretende engancharnos. (El que, dicho sea de paso, puede llegar a creerse la idea de que te gusta)
Tampoco es raro el caso en que el aludido efectivamente te atrae, pero no te corresponde. ¡Y con las brillantes gestiones de nuestra súper-casamentera, termina por alejarse! ¿Qué onda con ella? ¿Mucha novela rosa?
Ver nacer una historia de amor es lo más bello del mundo. Pero cuando es la propia o la de nuestra casi hermana, esa de la conocemos hasta el más perverso pensamiento. Y obvio, con el galán que a todas luces le corresponde. Ahí - sobre seguro - podemos bromear y resultará simpático. Pero al personaje “confianzudo” del curso u oficina “¡Next!” Se viene la Navidad y es una buena instancia para regalarle (o sugerirle que se compre) una vida, ¿o no?
¿Ustedes qué opinan? ¿Cuántas “casamenteras” han conocido?