Tengo una amiga que un día pescó sus cosas y se fue de Santiago. Encontré que fue súper aperrada: ella estaba aburrida y decidió probar suerte en una región (preciosa) del sur de Chile. Al principio, admite que le costó un poquito adaptarse al ritmo de vida que llevaban allá: se fue a un voluntariado de Servicio País y llegó a un sector en donde la comodidad no era la primera característica. Sin embargo, ella nunca se arrepintió del paso que dio y decidió disfrutar de todo lo que le tocara vivir diariamente.
Hablábamos bastante mediante mails, aunque igual pasaban semanas en las que no lograba conectarse porque allá –en su lugar de trabajo- la señal del wifi era pésima. A veces me contaba que le había tocado conocer gente muy distinta a ella pero que le encantaba porque se acercó a costumbres que la maravillaron. Además pudo ayudar - desde su formación profesional - en muchas situaciones que se iban presentando.
Todos dicen que en Santiago está la “pega”, que si no es acá no vas a recibir buenas lucas. En mi visión eso es un gran error, ya que depende mucho del lugar en que te desempeñes y si lo que estás probando te gusta o no. Es verdad que en una región puede costar más abrirte espacios, o bien, la remuneración ser menor a la que obtendrías en la capital. Cuando decides irte, probablemente tienes en cuenta todos esos "contras"; pero si lo haces, es porque definitivamente - como mi amiga -, quizás tengas otras motivaciones.
También creo que depende mucho de la etapa de vida en la que te encuentres; si eres joven puedes probar todo lo que quieras y volver, total, siempre podrás emprender lo que desees dondequiera que estés. Pero cuando ya trabajaste, te casaste, tuviste hijos y probablemente lo único que buscas es tranquilidad, irte de esta metrópolis podría ser una de las mejores decisiones que podrías tomar. No tengo nada en contra de Santiago - de hecho me gusta mucho, pese a detalles como el calor, las aglomeraciones de gente o la recurrente mala onda en el transporte público; después de todo ¡es mi hogar!- pero nunca está demás darle a tu vida un giro y probar.
Conozco gente que se ha animado a emprender esta aventura y no les ha ido para nada mal. Admiro su pensamiento: experimentar cosas nuevas puede dejar muchas enseñanzas y experiencias hermosas. Por eso espero poder irme luego a probar suerte lejos de aquí, si me tiran sus buenas vibras, ¡se los agradezco!
¿Y tú, qué opinas, te irías a probar suerte?
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