De los personajes de caricaturas que existen, Helga G. Pataki es mi favorita de todos los tiempos. Detrás de su imagen de chica ruda y de apariencia descuidada, esconde un romántico, sensible y maravilloso corazón. La agresividad es su forma de enfrentar al mundo sin ser pisoteada y de ganar un espacio, el mismo que no tiene en casa (dado que sus padres sólo tienen ojos para su insoportablemente perfecta hermana Olga).
Imposible no reír a carcajadas (o sentirnos identificadas) con su peculiar forma de tratar a Arnold, su objeto de deseo. Lo ama apasionada y obsesivamente desde la más tierna infancia; sin embargo, no puede evitar ser molesta y desagradable con él. Y, honestamente, chicas: ¿a cuántas no les ha pasado que demuestran sus afectos de la forma más retorcida, a punta de malos tratos por miedo al rechazo? Pero la forma en que Helga lo hace es en verdad notable. Inolvidables son sus peripecias para evitar que “el mundo” conozca su secreto; así como sus jocosos arranques de celos ante sus potenciales rivales, como Lila, Summer o Ruth.
A Helga la considero simplemente genial. Ruda y sensible a la vez; única y adorable. ¡Poeta también y de las buenas, ya que maneja el vocabulario como pocas! Aguda, inteligente y de exquisito humor negro. Nadie como ella puede amar a Arnold; siendo capaz de sacrificar por él sus propios deseos y dejarlo todo (tal como ha demostrado en numerosos episodios). La “chiquilla de una sola ceja”, con sus bruscos modales y constantes rabietas - a su estilo, cuidando que no se note - siempre está cuando él la necesita. Creo que Arnold no sabe de lo que se pierde. Y estoy segura de que todas esperamos - en nuestro imaginario - que algún día la descubra.