Sí, asumo que enganché con la teleserie de Canal 13 “Chipe Libre”. Y aunque muchas seguidoras de esta producción dramática me odien por lo que voy a decir, ¡no me gusta la pareja protagónica! Ojo, no es que no me parezca guapo Nicolás ni súper agradable Fernanda. ¡Al contrario! Me refiero a los personajes que ambos caracterizan: creo que no “pegan” bien juntos y van mucho mejor con sus respectivas “segundas opciones”.
Primero que todo, convengamos en que es una teleserie y como tal es que la voy a analizar. Si Gonzalo y Julieta fueran reales, en ningún caso esperaría que apartaran sus vidas. Una pareja que lleva harto junta y con un compromiso tan fuerte como es ¡el matrimonio! debe luchar por superar sus diferencias, porque la vida no siempre es color rosa. Y aquello de los “chipes libres”, francamente a mí no me va (tiempo sólo da el reloj). Aclarado lo anterior y centrándonos nada más en la ficción - donde uno hace y deshace a su antojo sin oír al corazón - ¡pucha que son disímiles los protagonistas de esta novela!
Por un lado tenemos a Julieta: centrada, madura, psicóloga de profesión y con la vida resuelta en el plano laboral. Es una chica seria y estructurada, aparte de culposa a más no poder (lo que pone de manifiesto al cuestionar hasta el hartazgo cada decisión que toma). Ella pretende “ordenar” la vida de Gonzalo, más disperso, alborotado y con ansias de “libertad”. La pareja perfecta para esta joven pareciera ser Franco (Mario Horton), ya que ambos son muy parecidos. Tienen objetivos claros, están consolidados a nivel profesional y son igualmente "aterrizados". Además, ambos se seducen y entienden de maravilla.
Lo mismo podríamos decir respecto de Gonzalo y la encantadora “Rucia” (Juanita Ringeling). Ambos son libres, artísticos y lo pasan bien juntos, entre conversaciones sobre lo humano y lo divino. Además, la chica tiene un hijo y el sueño de este guapo es - justamente - convertirse en papá. En pocas palabras ¡tal para cual!
Aunque no quiero ser majadera, insisto: en plena conciencia de que es una novela y uno - tras salir trasquilado de una relación - no encuentra “sustitutos” a la vuelta de la esquina, ni elige de quien enamorarse, lo anterior me llevó a reflexionar: ¿los polos opuestos, como Julieta y Gonzalo, en realidad se atraen o repelen?. Según la ficción, parece ser que se atraen, ya que ninguno puede olvidarse del otro. Sin embargo, no pueden vivir juntos, ya que sus diferencias los estaban carcomiendo. Cierta vez leí que “Cenicienta” y el príncipe no hubiesen sido realmente felices, ya que ambos eran tan dispares y de crianzas tan contrapuestas, que era imposible que congeniaran, aún cuando se atrajeran. ¡Y si lo pensamos, tiene mucha lógica!
Pero entonces ¿en qué topan los personajes de “Chipe Libre" para ser felices con sus “almas gemelas”? ¿Por qué siempre buscan al opuesto? ¿Será que con alguien similar se aburren y prefieren la forma en que su antítesis les “desordena" la vida?
Personalmente, creo que cada quien es un mundo aparte: todos tenemos diferencias y similitudes. En las primeras encontramos el “complemento” (para aquello de que carecemos) y el gusto por la diversidad, mientras que en las segundas, la comunión de visiones necesaria para avanzar. Por lo tanto, un equilibrio entre ambas características es ideal. ¡Sin excederse en ninguna!, ya que si el otro tiene una mirada y costumbres diametralmente opuestas a las tuyas, tampoco la cosa marcha. ¡No tiene por dónde!
Ustedes ¿qué opinan?, ¿los polos opuestos se atraen y los iguales se repelen? O, ¿mientras más parecidos, más felices? ¿Acaso la vida sería demasiado simple - y fome - si estuviéramos de acuerdo en todo? Quedaré atenta a sus aportes.
Imagen Facebook Chipe Libre