¿Qué es lo primero que viene a tu mente cuando piensas en el concepto “socialmente elegante”?
Pues la primera vez que me lo planteé pensé inmediatamente en una persona educada, señorita y y muy delicada. Aunque mi reflexión no está tan alejada de la realidad del término, ser socialmente elegante es mucho más que eso, existe una responsabilidad y juicio complicados de lograr.
La psicóloga española Patricia Ramírez Loeffer expuso en un artículo del Huffington Post que “las personas socialmente elegantes no son las que se visten con estilo, ni las que tienen buena figura. No es que cualquier trapito les siente como si fuera de Dior, ni tampoco las que llevan complementos con iniciales, firmas caras, bolsos o cinturones que todos sueñan con imitar”. El significado apela a las personas que saben que su estilo no es imitable. Son auténticas, cuidan sus palabras y no critican si no saben de lo que están hablando. Quedan bien contigo porque creen en sus convicciones y no basándose en hipocresías. Son educadas en el trato. Luego de leer todo esto, ¿se les viene a la cabeza alguien con tan estupendas cualidades?
Ramírez señala que “relacionarte con personas elegantes es todo un lujo; de hecho, rodearte de ellas es muy positivo. Sabes que no te van a fallar, que no te faltarán el respeto, que se interesarán por ti, que se preocuparán porque estés a gusto. Si tienes un grupo de amigos o familiares elegantes, puedes estar relajado, tranquilo, y no en tensión, como con algunos que no sabes por dónde van a salir, ni qué indiscreción puede hacerte sentir vergüenza ajena”.
La verdad es que me agrada bastante este nuevo concepto, que definitivamente incluiré en mi diccionario. Considero que ser socialmente elegante en el día a día puede abrirte muchas puertas, pero además te hace ser mejor persona, alguien que no vive preocupada por el qué dirán ni gasta tiempo en convenir cosas que no van al caso. Siempre me he sentido más cómoda con estas características, ya que creo que finalmente las palabrotas se quedan en eso.
En base a estas premisas, la psicóloga elaboró una conveniente lista de cómo identificar a este tipo de personas:
1. Son discretas: odian los rumores, por ende son personas de fiar. Si tú que lees esto tienes afición por los chismes, prueba una nueva forma, pregúntate si a la persona de la que estás hablando le gustaría que otros supieran esa información. De seguro la respuesta es un gran NO.
2. No necesitan hablar alto para que las oigan: yo pensaba que esto era un problema en mí, pero he notado que según este estudio ¡para nada!. Los socialmente elegantes están convencidos de que para comunicarse e incluso discutir, no es necesario subir el volumen. Hacer esto no hace que tengas razón, al contrario: lo que provoca es que quienes te escuchan se pongan a la defensiva y no quieran hablar con un “gritón/a”.
3. No hacen comentarios hirientes o malintencionados: adoran las críticas constructivas, claras, honestas y sinceras. La ironía no es parte de su lenguaje cuando hablan en serio.
4. Su comunicación no verbal es pausada: si tienen algo que decirte lo harán sin utilizar caras de desprecio ni apuntarte con el dedo. Fíjense en la diferencia de personas educadas y quienes se creen por sobre tuyo.
5. Se interesan por tu bienestar y siempre preguntan cómo estás: en general son bastante agradables. Si alguien no les cae bien no lo vociferan, pero tampoco son hipócritas.
6. Te atienden y se relacionan contigo educadamente: no se preocupan del estatus social. Para estas personas todos merecen respeto; no creen merecer más atención que otros.
7. Dicen “buenos días” y “adiós” cuando llegan o se van: ley de vida más que cortesía.
8. Sonríen: lo hacen porque lo sienten y eso se nota. Cuando una persona sonríe es una forma de mostrar afecto por el resto. Por lo general, la gente que actúa de esta manera cae bien siempre y no genera la extraña sensación de que lo hacen de manera forzada.
9. La persona elegante no está esperando que tropieces: no centrarse en el fracaso de los demás es una gran cualidad en estos días. Cuando alguien tiene problemas, no lo sienten como un espectáculo "recreativo".
10. Sabe escuchar: un socialmente elegante te escucha, te mira, te acompaña y te conversa, no monopoliza la conversación. Sabe que lo que dice no es lo único en que fijar la atención.
Luego de leer este punteo de características, ¿qué conclusión obtuviste, eres o no socialmente elegante? Considero que estas cualidades son dignas de trabajar internamente, ya que serlo te permite un estado de plenitud en cuanto a tu forma de vivir, ya que no te afectará ni preocupará la negatividad del entorno. Lo encontré genial. ¿Y tú?
Imagen CC Will Foster