Nunca me he ganado un premio. He participado en varios concursos y en ninguno he tenido éxito. Pensé que el azar no era lo mío, hasta que la mala suerte llegó a mi vida diaria. Estuve de cumpleaños el sábado 23 de agosto y todos deben recordar lo caótico de ese día.
Estaba en medio de una once familiar, que de cálida no tenía nada, porque el tiempo calaba hondo en mis pocos invitados. La lluvia torrencial no daba respiro y fuera de mi círculo íntimo y mi pololo, sólo estaban mis abuelos. Siempre recordaré mi cumpleaños 22, como el más movido de la historia.
Como si la lluvia no fuera poco, llegó el temido y fuerte temblor. ¡6,4° Richter de magnitud y ubicado a 37 kilómetros al Norte de Valparaíso! Yo soy porteña de corazón y estilo de vida, quiero mucho a mi ciudad, pero esto había sido demasiado. Mi abuela gritaba “¡Terremoto!”, mi abuelo estaba paralizado y nervioso ante el escenario. Mi hermana pequeña - de 10 años - estaba sola en el segundo piso y mi pololo subió a rescatarla.
Mis otros hermanos, apenas comenzó el movimiento telúrico, salieron corriendo al patio. Justo habían estado los dos en la cocina preparando las “cosas para picar”, cuando ocurrió el hecho. No apagaron el fuego de la cocina y sólo corrieron a salvar sus vidas. Increíble lo que puede pasar en un par de minutos.
Cuando pasó todo, mi único comentario fue: “Bien zapateado quería celebrar la Madre Tierra mis 22 primaveras”. Los pocos asistentes me miraron y sonrieron. Un caótico cumpleaños, que tuvo un sabor distinto especialmente dulce. Un aroma a amor incondicional. Me sentí sublime. Los que estaban ahí, eran los fundamentales y a pesar de todo, me acompañaron.
Para coronar tan bizarra experiencia, mi mamá me invita a salir a la calle sin paraguas y sentir la torrencial lluvia en mi cara. Fue un momento mágico. Mi madre, mi pololo y yo, mojándonos sin límites. ¿A quién le importaba la gripe? Mi mamá me toma, me abraza y me dice “hija, mira qué especial celebración de cumpleaños tuvimos, esto nunca se te olvidará”. Mi pololo me toma y me da un romántico beso bajo la lluvia.
Y ustedes, ¿han tenido un cumpleaños fatal?