Mientras caminaba tranquilamente por un parque, algo terrible me pasó. (Para dar un poco de contexto, les diré que como hacía bastante calor, no llevaba chaqueta puesta). Fui a comprar cabritas y mientras esperaba al señor que vende, sentí una cosa en mi brazo. Primero fue un mini golpecito y después me hacía cosquillas.
La niña que estaba a mi lado le dijo a su madre, "mami, mira qué linda la mariposa naranjita"; la noté tan cerca de mí que pensé que algo andaba mal. Di vuelta tranquilamente la cabeza y al verla en mi brazo, pegué un salto de gato y a lo único que atiné fue salir corriendo. No volví. (Por la vergüenza y el miedo).
Después de ese terrible encuentro, estuve paranoica por más de una hora.
Bueno, ese es mi gran problema: quizás todos digan "ay, qué exagerada"... ¡pero no! no es exageración, es una fobia terrible, es miedo, es pánico... ¡Ay!. Lo peor es que ya estamos en primavera y esos monstruos feos atacarán por todos lados, revolotearán y a algunas hasta les aparecerán en el estómago.
Si bien para la mayoría de las personas,esta escena primaveral puede alegrar sus días, para mí es como ver una película de terror en 4D. Con esto he recibido burlas, cancelado citas, salidas al aire libre y sobre todo, he sentido miedo.
Así que un día me dije a mí misma: "Misma, tenemos que hacer algo con esto". Por eso busqué en Internet información que me permitiera saber si existía como fobia y así trabajar para sanarme. Efectivamente existe, su nombre es "motefobia" y es el miedo a las mariposas y a las polillas. De estas últimas no quiero hablar porque ese sí que es un tema complicado.
Como sea, cuando tenga el coraje de ir a un especialista que me ayude a superarlo, podré tener una primavera tranquila. Pero hasta entonces... ¡a andar con miedo!
Imagen CC: Ferrán Pestaña