Partiré diciendo que ¡con razón los chilenos tenemos tan mala dentadura! Es increíble el precio de las consultas odontológicas y lo peor es que en la mayoría de los casos, hay tratamientos o extracciones que no se pueden dejar de hacer. A no ser, claro, que seas de esos típicos masoquistas a quienes les da placer el dolor en su boca, de los cuales no creo que haya muchos casos.
Resulta que la muela del juicio llegó para atacarme y no sólo ella: ¡se le ocurrió invitar a sus otras dos siamesas para fastidiarme por partida triple!. Las que ya pasaron por esto comprenderán que mi ánimo es de los “peores” y hasta ando más sensible… cosa que aumentó cuando vi el presupuesto que me dieron en el sitio al que fui.
Hace un tiempo, el dolor era soportable, no era tema. Pero de un día a otro desperté con un terrible malestar que se hizo “yunta” de mi cabeza. Se convirtió en mis peor pesadillas, hasta hoy…
Sin ánimo de parecer paternalista, pienso que el tema de los dientes es tan importante como tener agua todos los días. De verdad, algo tan relevante no debería ser tan costoso. Vivimos en una sociedad que juzga por las apariencias y los dientes son parte fundamental de nuestra presentación. ¿Qué pasa? Más del 60% de los chilenos tiene algún padecimiento, sea que las piezas dentales no estén en su lugar o que falten. Sin embargo, alguien que gana el sueldo mínimo no puede permitirse un tratamiento de brackets, ni limpiezas, blanqueamientos o tratamientos conductos, entre otros.
Estoy súper molesta con el tema, de hecho, hasta que no me saque estos benditos pedazos anti evolutivos de mi boca, no volveré a reír con ganas, y no porque no quiera, si no que porque cuando me quiero caer al suelo por un chiste y reír hasta más no poder, me duele, me duele y me duele…
Muelas del juicio, buen nombre pues son algo así como juicio final o película de terror. ¡Las odio!
Imagen CC Totoro's Expy