Fue parte de tu vida, disfrutaste con él, pero al terminar la relación lo sacaste tu vida y decidiste ¡jamás! volverlo a ver. No obstante, tu querido jefe no tenía las mismas intenciones y de un momento a otro ¡tu ex trabaja contigo!.
Gran parte de nuestro día transcurre en el trabajo. Ahí es donde pasamos rabias, escondemos las penas del hogar, a veces hacemos amigos y otras, “un poco más". Y fue aquí donde lo conocí, en la misma oficina que tiempo después compartiríamos, aunque no nos pudiéramos ni ver.
Gran parte de las relaciones termina por problemas irreconciliables. En la mía, además de eso, hubo violencia psicológica, amenazas y hostilidad. Luego de que la “relación” finalizara fui amedrentada de manera continua, ofendida y ridiculizada frente a todo el grupo laboral. Compañeros y jefes se preguntaban qué había pasado entre nosotros, al punto que las risas y complicidad de antaño se habían roto a ese extremo. Sin embargo, nunca les conté; jamás dije que el despecho de ese hombre estaba arruinando mi vida y que ya no podía más: su arrogancia y manipulación estaban aislándome en completo silencio. Llegó el momento en que no pude resistir: tuve miedo de lo que pudiera hacerme o a la persona que estaba conmigo. Las cosas coordinaron y cuando recibí la noticia de que sería despedida, más que tristeza, sentí alivio, ya que me libraría de aquella tortura.
Estuve cerca de un año lejos de la empresa, y todo ese tiempo fui feliz: encontré otro trabajo, mi corazón estaba lleno de amor y mi amado conocía los detalles de lo acontecido, por lo que perdí el miedo a lo que mi ex pudiera decirle. Pero la obra en que trabajaba terminó. Recibí el llamado de mi antigua jefa para reintegrarme; fue entonces que le conté lo ocurrido y me informó que de él no había rastro.
Los proyectos aumentaron, había mucha gente que iba y venía, necesitaban a alguien más. Yo lo presentía… el volvería ¿Tendría que arrancar de nuevo? ¿Sería valiente y soportaría? ¿Dejaría la escoba y sacaría sus máscaras delante de todos? No. Yo ya no le temía, lo había olvidado. Todo el vacío que provocó el dolor había sido llenado por mi amado. Una nueva mujer nació en mí, renovada, completa y fuerte, tanto como el mismo amor.
Cuando lo vi, pensé que me saltaría el corazón, que me pondría nerviosa o colorada, pero no. Casi no lo reconocí. Los días que trabajó conmigo pasaron rápido. No tuve necesidad de ignorarlo. Él era otro para mí, una persona a la que no odiaba y por quien tampoco sentía rencor. Mi "ex" murió para mí y el que tenía enfrente era sólo un trabajador más.
Aprendí mucho de lo vivido. Pero la mayor lección fue dejar el pasado atrás. Sea que vuelvas con él o que lo olvides, haz que las cosas sean nuevas. Vive tu presente de forma sana, sin rencores o recuerdos de lo que fueron; ¡por algo es un “ex”!. Reconstruye tu vida con materiales nuevos y sé feliz. Cerrar el libro de una mala historia sin duda traerá otras mejores. Así es que ¡anímate a ir por ellas!
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