La eterna queja femenina con respecto al embarazo es que lo experimentamos casi solas: vemos cómo nuestro cuerpo sufre cambios y vivimos el proceso íntimamente. Sufrimos las contracciones y dolores de parto, las náuseas, la sensibilidad extrema, los calambres y luego la lactancia..., ¡uff, en fin!. Es una vivencia muy nuestra, pero no por ello debemos excluir a otro de sus protagonistas: ¡el padre!.
Este personaje fue crucial en la llegada de nuestro hijo y la idea es que no lo marginemos de su espera. Después de todo, ¡su vida también cambiará!. Por lo mismo, dejemos que se involucre profundamente en esta experiencia, haciéndolo partícipe de todo cuanto acontece. Dejemos los reclamos de que “los hombres no pasan por esto” y “no tienes idea cómo me siento” e ¡invitémoslo a esperar juntos aquel tesoro de amor! Hacerlo fortalecerá la relación entre los 3; y en Fucsia les dejamos algunas ideas para lograrlo:
1. Hazlo sentir “embarazado”: Oblígale a que te acompañe a controles y charlas maternales. Será enriquecedor para él, aunque en primera instancia la idea no le entusiasme. Aprenderá cosas fundamentales, tales como darte calma durante las contracciones o cómo tomar al bebé. Con la debida instrucción, lo que viene se le hará natural y se sentirá totalmente conectado con tus emociones. Además, en los controles ¡se derretirá al oír los latidos del corazón de su hijo!
2. Invítalo a cultivar la relación con el bebé: Tu retoño no sólo existe desde el momento en que lo tienes en brazos, sino también mientras está en tu vientre. Por lo mismo, ínstalo a que se relacione con él desde ya. Invítalo a que le hable, le cante o acaricie tu panza. ¡Se emocionará cuando su hijo recién nacido lo reconozca por la voz!
3. Conversar: Algunas tienden a descuidar a la pareja tras la inminente llegada del primer hijo. Pon mucha atención de que eso no ocurra entre ustedes. Hazlo sentir importante y partícipe del bello proceso que vives. Mantén la comunicación, reactiva el romance y ¡rían mucho! Será altamente beneficioso no sólo para la relación, sino también para el bebé, que sentirá el amor y alegría de quienes esperan por él.
4. El parto es una cita que no puede perderse: Sabemos que hay hombres ultra neuras, que preferirían estar fumando en el frontis de la clínica antes que en el pabellón, presenciando el parto. Sienten que podrían desmayarse al ver surgir a su pequeño desde las profundidades de tu anatomía y creen que es algo que no podrán soportar. ¡Pero que esos argumentos no te quiebren!
Hazle ver que te sientes igualmente ansiosa frente a la aventura de dar vida, pero no puedes evadir aquel momento y salir a fumar con él mientras dan vueltas en círculos. Enfatiza en que se trata de algo que vivieron juntos desde el comienzo - ¡obvio! - y necesitas que comparta el momento cúlmine contigo. ¿Los beneficios? El increíble apego que tendrán como familia. Vivir esa experiencia en conjunto es ¡incomparable!, y la recordarán por el resto de sus días.
5. Involúcralo en las tareas propias de ser padre: Las mujeres tendemos a ser bastante aprensivas con nuestros hijos. Sentimos que nadie hará las cosas mejor que nosotras y nos exaspera cuando él los toma en brazos, ya que nos parece que lo hace como Rafiki en “El Rey León”. Entonces, no hallamos nada mejor que asumir todos los deberes solas y prohibirles que se acerquen a nuestro tesoro más preciado. ¡Craso error!.
Ten presente que también para él su hijo es lo más amado, por lo que jamás querrá hacerle daño o que le suceda algo malo. Seguro tiene tanto interés como tú en aprender cómo tomarlo correctamente y de qué forma colocar el pañal para que no haya filtraciones, así es que ¡aprendan juntos!. Pero no lo margines ni lo prives de vivir esos instantes. Con esto, lo excluíras de la relación madre - hijo, haciéndole sentir como un intruso. Y obviamente, pondrás doble carga sobre tus hombros, la cual resentirás más temprano que tarde.
Recuerda siempre que tener un hijo es cosa de dos - salvo que el susodicho sea un completo irresponsable -, así es que ¡vivan y disfruten la crianza del mismo modo! La experiencia los enriquecerá, haciendo de su vínculo algo ¡inquebrantable! ¿Se animan entonces a vivirlo a concho?