Admito que si hay algo que me encanta, fascina y que amo es la fotografía antigua. Tengo una curiosa afición por todo lo viejo, sean imágenes, objetos, vestidos o casonas. Siento que parte de la energía de sus dueños permanece en las cosas; esos preciados recuerdos que dan cuenta de su historia. Para mí, apreciar vestigios de décadas pasadas es una suerte de viaje en el tiempo.
Mi viejita guarda fotos maravillosas de los que llama sus "años mozos” ¡y yo me pego por horas viéndolas!, imaginando cómo serían esos tiempos dorados. Divago al punto de preguntarme si por entonces brillaba más el sol - al prescindir del smog -, y cuán bonitas se verían las calles sin esas altas y amorfas construcciones. Pienso en la época, la moda, las personas. ¡Ni hablar de lo que significan para mí blogs como Urbatorium o el fan page de la Dibam! Puedo navegarlos durante horas, que pasan como por arte de magia.
Por eso, cuando descubrí el trabajo que realizó la fotógrafa australiana Jane Long, con las imágenes que captó en la Primera Guerra Mundial su colega Costica Acsinte, no pude más que ¡delirar!. Y es que la artista visual respondió lo que tantas veces me pregunté al perderme en esos viejos daguerrotipos: ¿cómo se verían en nuestros días y a todo color?. Además, ella fue más lejos aún, al manipularlas e insertarlas en escenarios surrealistas.
Disfruta los fantásticos resultados después del salto:
Y bien, ¿qué te pareció la fantasía lograda con esas increíbles fotos antiguas?