Convengamos en que nuestra disposición al sexo no siempre es la mejor. Todas hemos pasado por algunos periodos de “sequía amorosa”, en los cuales el maña-mañaña no nos llama demasiado la atención. Pero, ¿a qué se debe nuestro desánimo? Causas suelen haber muchas, desde factores emocionales hasta otros de tipo físico; sin embargo, hoy revisaremos cuáles son las razones más íntimas que motivan nuestro desgano:
1. No sentirnos deseadas: Para toda mujer es importante sentir que su hombre “se derrite” por ella. Reconozcamos que nos excita cuando él - verbal o corporalmente - nos expresa unas ganas de intimar inaguantables. Pero si eres tú la que debe “perseguirlo” y “suplicarle” por un poquito de acción, obviamente no te sentirás sexy y tu líbido disminuirá. ¿Cómo solucionar este problema? Pues conversando y manifestando tu necesidad de que sea un poquito - o mucho - más efusivo. ¡Todas lo merecemos y valoramos!
2. No sentirnos bonitas: En relación con el punto anterior, toda mujer necesita sentirse deseada e irresistible. Pero, si de partida tú no te sientes “deseable”, difícilmente creerás que tu hombre te desea realmente. Puede que él lo manifieste, pero tú estarás pensando en que ojalá no vea ese “rollito regalón”, aquella imperfección en tu rostro o lo gorditos que están tus muslos. Con tu mente puesta en estos detalles, difícilmente te entregarás al placer y tu líbido estará por el piso. ¿Solución? Sólo déjate llevar. Si te está buscando, es porque le pareces sexy y perfecta para él. Recuerda que el mundo no está hecho de cuerpos extraordinarios.
3. Tener alguna preocupación en mente: Ok, es verdad que a veces los problemas y el estrés cotidiano “nos encienden”, porque el sexo se convierte en nuestro medio para eliminar tensiones. Sin embargo, a veces aquellos dilemas son tan agobiantes, que no dejan espacio a otra cosa en nuestra vida. Si estás preocupada por las deudas o la salud de algún cercano, y tal situación te mantiene con taquicardia y sin poder alejar de ello tus pensamientos, simplemente no podrás disfrutar “el momento” de una sesión hot con tu amado. Si sientes que tu conflicto es muy difícil de sobrellevar, no dudes en pedir ayuda profesional.
4. Sentirnos criticadas: Si tu pareja es un genio a la hora de “ver la paja en el ojo ajeno” y cuestiona constantemente tus gustos, actitudes, costumbres o movidas a la hora de intimar, la inseguridad se convertirá en tu inseparable compañera. ¿Qué más terrible que la persona que te conoce más íntimamente sea el principal crítico de cada uno de tus pasos? Así, cualquiera se cohibe. Y entra de nuevo en juego el punto 1: si no te sientes aceptada, no te sientes deseada y tu líbido se ausenta. ¿Qué hacer? Mejorar la comunicación con tu amado o preguntarle en forma directa por qué sigue contigo si está tan disconforme. (Pregúntate también si tú quieres seguir junto a alguien que sólo pretende editarte).
5. Estar heridas: Si alguna situación con tu pareja no cerró correctamente y quedaste con algún tipo de resentimiento guardado, resulta nefasto no sólo para los temas de alcoba, sino que para toda la relación. Al estar dolida, tu cuerpo “rechazará” aquel contacto tan estrecho, manifestándolo con una ausencia de deseo. Este punto es complicadísimo, ya que no sólo amenaza tu goce, sino la continuidad del vínculo a largo plazo. Por eso, no te quedes con “espinas” clavadas en el alma y di todo lo que tengas por decir en el momento oportuno. Sólo así el amor y la pasión fluirán.
Y tú, ¿qué otro aspecto inhibidor del deseo agregarías?