Si tuviera que escoger mi parte favorita del romance, sin lugar a dudas diría que es la etapa de la conquista. Me encanta el cruce tímido de miradas, las sonrisas furtivas y las mariposas en el estómago cuando te acercas a conversar con el chico que te gusta.
¿Y qué pasa cuando lo abrazas por primera vez? ¡Sientes que tu corazón late a mil por hora! Entonces, por fin, viene la primera cita. Pero ojo, que aún no se han dado su primer beso. Deciden ir a comer algo (una cosa poca, porque quieres dejar una buena impresión) y luego se van a pasar la tarde al parque (todas conocemos esa movida, ¿verdad?).
En fin, se acuestan a conversar y conservan una distancia prudente de unos 30 centímetros de distancia. Lo miras y vaya, ¡qué lindo se ve hoy! Comienzas a acercarte despacio, de tal modo que no se note. De pronto, y sin darse cuenta, el chico te encuentra hablándole muy cerca de sus labios. ¡Qué atrevida!
Son esos besos que no son besos. Sensuales y provocadores. Por más que te esfuerzas en mantener la vista en los ojos de la otra persona, inevitablemente ésta baja hacia esa boca que tanto tiempo hemos fantaseado con besar. El potencial pololo comienza a ponerse nervioso y tú, malévola como siempre, terminas tomando una distancia apropiada y dejándolo con unas ganas locas de robar un beso tuyo.
Ahora, estos besos que no son besos suelen durar poco, por lo menos en mi experiencia. Soy impulsiva y ¡muy mala para quedarme con las ganas!. Es por esto que, a los pocos minutos de algunos besos que no son besos, suelto una risa nerviosa y me acerco definitivamente, hasta que nuestros labios se tocan mientras hablamos. Aún no nos besamos, pero es cuestión de segundos: finalmente nos damos un tierno beso que marca el inicio de una nueva relación.
Pero, por supuesto, siempre hay una excepción a la regla. Hay algunas personas (hombres y mujeres, ¡malvados!) que gustan más de la provocación, el coqueteo y, derechamente, el “dejarnos con las ganas”. Pueden pasar semanas y lo único que obtendremos serán besos que no son besos. Al principio, tengo que admitir, es muy emocionante. El deseo nace, y ansiamos cumplirlo. Sin embargo, después de un tiempo, ¡queremos pegarle un mordisco al pastel!
Y a ti, ¿te gustan los besos que no son besos?