Lo ves pasar, con una cara de niño bueno que no le quita nadie. Y claro, porque es un bombón bastante menor que tú. Lo bueno es que te ves casi de su edad, porque los años no pasan por ti, jaja.
Le sonríes y él también. Luego se va, todo sigue tranquilamente y continúas leyendo tu libro, rodeada de naturaleza. Pero te llevas una gran sorpresa, ya que de un momento a otro lo ves volver y más encima se dirige hacia ti. ¡Qué locura! Te habla, te pide fuego y se sienta al lado tuyo patudamente. Resulta ser una instancia muy entretenida, ya que nunca te había pasado que un veinteañero se fijara en ti. Es un poco extraño, ya que estás en otra parada de la vida, mas él te recuerda tu época universitaria y todas las locuras que hacías en ese tiempo.
Piensas que la conversación será un poco fome al hablar con un 'cabro chico', pero para nada. Este personaje resulta de lo más maduro y tremendamente atractivo. Se dan los teléfonos y terminan ese día paseando por la plaza. El conflicto empieza cuando te busca, te manda fotos tiernas por WhatsApp y te llama todos los días, queriendo salir contigo. Estás muy indecisa, ya que nunca te había pasado esto con alguien menor, pero igual piensas ¡qué más da, por qué no! Y te juntas con él.
Llegas nerviosa como quinceañera y riendo nerviosamente, ya que no tienes idea de cómo resultará esta extraña cita. Sin embargo, la salida resulta genial ¡como nunca lo imaginaste!. Al ser una persona menor, te hace volver al pasado; puedes ser muy traviesa e incluso sentirte como una quinceañera. Disfrutas como nunca al lado de este galán, mezcla de niño y hombre que te termina por conquistar.
Si bien algunas estamos acostumbradas a tener pareja de nuestra edad - ¡e incluso nos encantan los hombres mayores! -, puede pasar que en alguna ocasión un veinteañero termine totalmente enamorado de una.
Pero ¡ojo ahí!: he visto experiencias similares y no terminan de la mejor forma, ya que la diferencia de edad siempre pasa la cuenta. Influyen muchas cosas en las relaciones así, pero quien sabe, quizás tengamos suerte. Y si quieren una verdadera ¡aventura! se los recomiendo a ojos cerrados. ¡Libérense un rato y den rienda suelta a su imaginación!, créanme que lo pasarán muy bien y no se arrepentirán. Además que no siempre tendrán la oportunidad de andar con un veinteañero, jaja, ¡hay que aprovechar!.