El común de las mujeres de mi familia, es ser de caderas anchas y trasero grande, por lo que todos se sorprendieron cuando lo mio no fue por ahí, si no todo lo contrario. Lo mio era tener un busto grande, y no solamente grande, sino prácticamente descomunal. Según mi médico, es seis veces más grande que lo debería ser (debido a mi edad y mis medidas). Recuerdo que mi primer sostén me lo regalaron cuando tenía 7 años, y me duró la nada misma, porque día tras días mis pechugas crecían a tal punto en el que me preguntaban si eran naturales u operadas. Durante mi adolescencia, sufrí de gigantomastía.
La verdad es que, pese a que no es un trauma para mí, a veces desearía que no fuera así, ya que tiene más contras que pros. Cuando era chica, sufría porque me veía un poco deforme en relación a todo mi cuerpo. No soy delgada y aún así sobresalen por sobre lo demás. Y para qué decir de aquellos degenerados hombres, que podrían ser tus papás o tus tíos y te gritan cosas en la calle. Pero con el tiempo lo fui superando y empecé a hacer oídos sordos. Lo mismo para las bromas, estoy tan acostumbrada a todas ellas que ya ni me molestan (aunque no todas me hacen gracia). Y tampoco me molesta el hecho de que no puedo estar 100% a la moda como las demás. Por ejemplo, ahora está la tendencia (que me encanta) del escote en la espalda. Pero eso requeriría no usar sostén (hablando de sostenes, no hay ninguno bonito para nosotras) y eso es un gran NO para mí. Triste, pero cierto.
Lo que sí me preocupa, es el tema de la salud. Mi médico me ha dicho un par de veces que no es bueno para mi columna. En algún momento pensé en operarme, sin embargo no lo llevé a efecto. Una de las razones, aparte del costo, es la cicatriz que te queda. Es bastante grande y por qué no decirlo, fea, lo cual me hace pensar en lo insegura que podría sentirme a la hora de tener pareja. Y lo otro, por supuesto, es el miedo a la operación en sí. Por lo que, amigas pechugonas, les recomiendo hacer como yo y que aprendan a querer a las chiquillas, porque seamos honestas, también tienen su lado bueno. Además, ¿qué seriamos sin ellas? son parte de nuestra esencia y como yo les digo a mis amigos, son mi mayor talento (o bueno, casi).