Existe gente que, cuando su pololeo llega a un fin inevitable, decide hacer cualquier cosa que esté a su alcance para evitar pensar en ello. Salen a beber con amigos, van a fiestas ruidosas, bailan todos los días hasta el amanecer y se inscriben en cursos de yoga, seminarios de teatro y otros programas donde pueden desahogar lo que sienten.
Yo, por el contrario, soy de los que prefiere vivir un par de semanas miserables encerrado en casa, viviendo todos los clichés imaginables para esos días post break up, y cuando la tormenta acaba, levanto el ánimo y doy vuelta la página. Y como las mujeres tienen sus canciones favoritas, yo también tengo unas que hago sonar mil veces en estas situaciones, porque los mejores himnos de despecho y dolor han sido escritos por hombres para hombres. Aquí van:
Time to pretend, MGMT: En algún momento, todas las relaciones que están condenadas a terminar llegan a un punto en que empiezas a pretender que puedes sacarla adelante, y que tienes las herramientas para arreglar todo. MGMT lo dijo mejor que muchos, sonando como nadie.
Sugarcube, de Yo la Tengo: A veces, cuando empezamos a vislumbrar aquellas dificultades y diferencias que finalmente nos llevarán a una separación, queremos hacer de todo para cambiar y complacer al otro. Asumimos que no tenemos la razón. Y, como Yo la Tengo bien dice en esta canción, declaramos desesperados “lo que quieras que haga, lo haré”
We’re gonna be friends, de The White Stripes: En nuestra torpeza, empezamos a creer que, cuando decidimos terminar, debemos ser amigos de inmediato, y empezar a ver a nuestra ex como si todo siguiera normal. Si uno interpreta esta canción de la forma correcta, sabrá la razón por la que tomar distancia parece ser una mucho mejor idea.
Disarm, Smashing Pumpkins: Una sonrisa de ella puede desarmarnos en cualquier instante, tanto en sueños como en una tarde de domingo en que la encuentras, en buzo y despeinada, en el supermercado.
Time for me to fly, REO Speedwagon: Yo la hago reír, pero ella me hace llorar. Ese es el momento en que sabes que tienes que emprender el vuelo. La elocuencia de las líricas de este auténtico clásico no requiere mayor explicación.