A raíz de la controversial situación que está viviendo Claudia Pizarro, me puse a pensar- como me imagino lo han hecho varias y varios chilenos- en lo necesario que resulta la aprobación del aborto terapéutico.
Éste último – el cual está prohibido en Chile desde 1989- se conoce como aquella interrupción voluntaria y verificada por un médico especializado, del embarazo; ya sea porque está en juego la vida de la madre, o la del futuro bebé.
Claudia Pizarro es una mujer que tiene 36 semanas de embarazo. Su hija viene con una malformación congénita llamada anencefalia (ausencia de cráneo y cerebro), debido a la cual, lo más probable es que muera durante el parto; o bien, a las pocas horas de haber nacido.
Además, su propia vida también está en juego; ya que fue diagnosticada de cáncer cervicouterino, y el hecho de estar embarazada le impide iniciar un tratamiento de quimioterapia.
¿Qué es lo mejor frente a una situación así? Les planteo esta pregunta para que reflexionen al respecto. A ninguna de nosotras nos gustaría ver que nuestro bebé nace sin vida; o peor aún, que fallece frente a nosotras, sin que los médicos hagan nada para salvarlo, porque el daño que tiene es irremediable.