La verdadera razón de este escrito, en un principio, era la fotografía y lo que me provocaba.
En cómo las imágenes nos transportan a los lugares que alguna vez visitamos, e incluso a los que quizás nunca lleguemos a conocer.
Dicen que las ideas están al aire, sólo hay que tomarlas, hacerlas nuestras y llevarlas a cabo.
Y es cierto.
Antes de escribir lo que tenía en mente, me puse a revisar el blog y me topé con un muy buen texto que reflejaba exactamente lo quería expresar sobre la fotografía y su maravilloso mundo.
Su profundidad es tal, que para no perder la inspiración (muchas veces esquiva) me puse a buscar de inmediato algo relacionado con la captura de imágenes.
Y me topé con la elección de las mejores fotografías del 2011, a cargo de World Press Photo, donde el primer lugar lo ocupó el retrato de una mujer afgana de 18 años que apareció en la revista Time, y que fue tomada por la sudafricana Jodi Bieber.
La imagen es impactante no sólo por la belleza que irradia Bibi Aisha, sino también porque la joven muestra su rostro desfigurado luego que su marido le amputara la nariz y las orejas porque ella no le obedeció en alguna orden que probablemente él le dio.
Sin conocer a Bibi ni a su marido, es imposible no impregnarse de los olores y dolores que refleja la foto, la que nos enrostra sin rodeos los malos tratos y las discriminaciones de la que son parte las mujeres en la sociedad de hoy y en la de hace mil años. En Chile y en Afganistán; En Rusia y en Burundi.
Mujeres que alguna vez sonrieron junto a sus parejas en distintas circunstancias de sus vidas, cuyo amor quedó inmortalizado en sepia y que finalizó en el negativo recuerdo del flash que cegó a sus novios, muchas veces hasta la muerte.
Quizás nunca conozcamos a Bibi Aisha en persona, pero su retrato hablará eternamente por las miles de mujeres que son víctimas de los malditos que nunca entendieron de amor.