Hay un dicho popular muy famoso que dice: “no hay que mezclar el trabajo y el placer” refiriéndose a lo inconveniente que puede llegar a ser el tener a tu pareja a 10 metros de distancia 9 horas diarias. Cuando algún compañero o compañera de trabajo inicia sus coqueteos con otro integrante del equipo, generalmente se nos pasan por la cabeza las siguientes ideas: esto terminará mal, es para problemas o, habiendo tantas personas en el mundo por qué se tenían que gustar estos dos.
Así mismo, si somos nosotras las que hacemos parte de la trama pensamos, ¿y si no resulta? O peor aún, ¿si no resulta porque él comete alguna equivocación que todo el mundo termina sabiendo? Qué vergüenza saber que todos conocen el por qué de la separación. La lista de razones para no emparejarse con alguien del trabajo parece interminable. Sin embargo, a mí en lo personal, no me ha ido tan mal al respecto.
Cuando empecé en el mundo laboral estaba soltera y durante cuatro años continué así, por eso, tener esporádicas relaciones amorosas era común para mí. Tuve varios coqueteos y pequeños pololeos con compañeros de pega y todos finalizaron en la mayor cordialidad posible. Efectivamente nos dimos el tiempo prudente de ignorarnos y después pasamos a ser cordiales el uno con el otro, como colegas y nada más. Pero, nada fue trágico, ninguno se fue de su trabajo o salió llorando desconsoladamente por los pasillos y, sobretodo, nadie intentó conocer los detalles de por qué habíamos dejado de estar juntos.
Compártenos tus historias ¿has tenido pololeos en el trabajo? ¿Han sido exitosos o problemáticos?