Aclaro que no soy una glotona y cuando con mi novio vamos por completos, termino dejando la mitad. Sin embargo, hay delicias que ¡me obsesionan! y a la cuales no me puedo resistir: los canapés, mini-pastelitos, tapados y cuanto bocado englobe el concepto “cocktail”. Frente a una mesa que ofrezca estos tentempiés, nada que hacer. ¡Simplemente me transformo!
Procuro seguir el “Manual de Carreño” ante cualquier ocasión formal. Sin embargo, basta que digan “Coffee break” o “cocktail” para que vaya raudamente a atacar. ¡Me trastornan los canapés! Aquella mezcla de ingredientes sabiamente mezclados sobre un fino pan es ¡sublime! ¡E irresistible! No hay dieta que no se rompa frente a la posibilidad de degustarlos. Tampoco existe conversación que frene mis instintos de ir a “cazar” la mayor cantidad de estos bocados. Los aglutino entre mis manos (o simplemente, me “acabrono” junto a la bandeja en la que reposan y ni Barack Obama puede sacarme de ahí). ¡Mi idea es que no haya combinación que quede por probar! Y ojo, me aseguro de repetir (claro, por si me gusta).
Pero los canapés y tapados (tampoco los perdono) no son mi única obsesión. ¡También las galletas! Sí, porque los dulces de cocktail son por lo general finos y provienen de pastelerías rimbombantes. ¿Qué mejor oportunidad para disfrutarlos que en un coffee? Además, son chiquitos: ni mucho (para no engordar o empalagarse) ni tan poco (como para no sentir su sabor exquisito).
En incontables ocasiones me he topado estos cocktails reporteando, conversando animadamente con amigos que no veo hace tiempo o ataviada “de punta en blanco”. ¿Y ustedes creen que eso importa a la hora de sacar pastelitos? ¡Para nada! Pierdo la vergüenza. (o al menos, soy consciente de que un atisbo de este sentimiento se enciende en mi cerebro, pero ¡ñaaah!, mi obsesión por los cocktails es más poderosa. Es más, confieso que en ocasiones he ido a los eventos ¡sólo por ellos!)
Si un día nos topamos en alguno, ya saben dónde encontrarme: ¡justo al lado de los canapés!
¿Soy la única a la que le pasa?
Foto CC Richard Munckton