Me refiero a esas personas que vienen de buena familia, apellido de renombre, colegio católico –o bilingüe- y es incapaz de tratar a otro ser humano con un mínimo de respeto. A este tipo de gente es a los que yo llamo “los verdaderos rotos con plata”.
Estudié en colegio de curas y universidad ultra top, pero mis papás siempre me inculcaron el respeto por todos y el valor de la plata remunerada. Por lo mismo, nunca le tuve asco a trabajar en lo que fuera: fui garzona y funcionaria en un parque de entretenciones, la plata honesta es plata.
En esa época vi como gente que se precia de tener una educación superior al resto y de venir de familias de elite tratar a gente que ellos consideran “inferior” con la punta del zapato y creer que son mejores que el resto.
La realidad es que esa misma actitud los califica como peores personas. Porque una verdadera “educación de casa” te enseña que todos somos dignos de respeto, sin importar tu cuna y una verdadera persona educada lo sabe y pone en práctica.
Gracias a esas experiencias hoy soy muy crítica con la gente a mi alrededor y cómo tratan a quienes trabajan con público. El asunto es simple, la razón por la que esa persona tiene la situación y familia que tiene es sólo azar y todos somos dignos de respeto. Si estas personas quieren demostrar su cuna, que lo hagan con educación, no con malos tratos.
Imagen CC: Malingering