Hoy en la mañana, cuando pasé por mi té helado al local que está frente a mi pega, un curioso letrero en la puerta llamó mi atención. Se advertía de antemano que “no hay fotocopias, ni cajero”, entre otras utilidades públicas claramente detalladas. Lo anterior me recordó la época en que - durante mis años universitarios - trabajé en el área comercial, a modo de juntar unos pesitos extra. Entonces, la situación que tomaba parte de nuestra rutina laboral era el clásico despistado que nos confundía con servicio de informaciones.
Todas quienes hemos trabajado en ventas o promociones para algún retail, sabemos que hay que responder como mínimo una decena de consultas al día. Como dato, yo me aprendí todas y cada una de las estaciones de metro, cómo llegar a distintas zonas de Santiago, las calles y la ubicación exacta de cada uno de los puntos de interés del sector en el cual me desempeñaba. ¡Estaba más al día que Google Maps! Y ni las gracias me daban.
Con mis compañeras de entonces, comentábamos lo ventajoso que sería recibir un bono por informaciones. ¡Sin duda, nos hubiésemos hecho millonarias!
Lo más divertido eran las personas que se molestaban cuando una de nosotras no conocía una dirección, como si ese fuese nuestro propósito en la vida. E infaltables eran también quienes solían consultar datos que estaban muy destacados (con carteles y letras grandes, a los cuales faltaban las puras luces) justo encima de sus narices.
Debo aclarar que el mío era el módulo de una multitienda, a la cual - por sus colores corporativos - solían confundir constantemente con una conocida empresa telefónica. Por lo mismo, debimos tratar incluso con señores ofuscados porque nos negábamos a cambiar el chip de su celular. ¡Habrase visto!
En fin, fue una buena experiencia que traje a mi memoria producto de la gracia que me provocó el cartelito en el local de la esquina. Un negocio atendido por chicos - universitarios como era yo entonces - que se animaron a materializar algo que muchas veces conversé con mis otrora compañeras, pero que jamás concretamos: responder las consultas por adelantado (y apuesto que aún con eso, les llegan ¡montones!)
Y ustedes, ¿tienen alguna experiencia parecida? ¡Seguro que sí! Anímense y compártanla.
Imagen CC Luis Pérez