Si bien no vivo en pleno corazón del centro de Santiago, mi casa está bastante cerca de aquel punto neurálgico. Es por ello que mi sector está rodeado de oficinas y empresas de distinto rubro. En la esquina, un modesto almacén se regocija con la amplia concurrencia, ya que acoge las demandas de - cuando menos - ¡toda la manzana!.
Así es, porque los oficinistas de mi barrio van temprano - poco después de las ocho - a comprar su desayuno. Siempre me los topo, ya que antes de venir a mi pega debo dejar en casa la mercadería de la jornada, tarea que - tras el trabajo y posteriormente, los estudios - en la noche sería imposible ejecutar.
El problema es que los mentados trabajadores tienen la costumbre de comprar jamón o queso por torreja. ¡Rico y sano! El punto es que una fila de 20 personas pidiendo diversas torrejas genera una antipática congestión, con el consecuente retraso (para todos).
Mi rutina es más o menos así: llego al almacén a una hora razonable (he probado distintos momentos y generalmente opto por el menos colapsado) y ya hay al menos 8 personas en la fila. Mientras echo las marraquetas (o pan batido, dependiendo donde vivas) en la bolsa, se suman otras dos y ya son diez. Cada uno de ellos mira los jamones y escoge su torreja. La dependienta saca el embutido, corta la fina lámina y lo guarda con pesada calma. ¡Y no faltan los indecisos que se toman su tiempo en mirar qué cortes llevarán! Así como tampoco los que piden de ¡distintos tipos!: que con ají, sin ají, de pavo, jamón, mortadela. ¡Puaj! Del terror.
Así, la hora avanza. He intentado comprar todo en los fines de semana, pero de hacerlo así, el pan se pone duro. También he procurado adquirir mercadería en los alrededores de mi U, pero a la hora en que lo hago ya no queda nada.
Si eres de las que disfruta de un rico y fresco pan con jamón y queso al llegar a tu oficina, por favor, considera ir por él a una hora distinta de la que escogen tus compañeros. O bien, acuerda con ellos comprar cada uno “un cuarto de algo” y compartirlo, guardándolo en el refri de la empresa (todas tienen uno). Así, entre todos, haremos un mundo más amable.
Y tú, ¿experimentas problemas similares?
Imagen CC Edgardo Milla