Hay veces en que callar, es más importante que “escupir” ideas inconexas presionadas por los nervios o la rabia. Yo no hablo, prefiero escribir. Sí, posiblemente sea por mi lado humanista y mi amor por la literatura, pero a veces es la mejor solución. Es una forma de ordenar las ideas, que no se escape ningún detalle a la hora de llevar una buena conversa o un escape de desahogo.
Después del quiebre de relaciones interpersonales, es lo más sano. Nos evitamos los llamados incómodos, las peleas dolorosas y los descontroles emocionales sorpresivos. Sobre todo, si decidimos no hablar a esa personita por un buen tiempo, para irnos curando de todo el daño causado.
La idea, es “no dejar nada en el tintero”. Es buena manera de ordenar la cabeza, llena de emociones y rabias, para traspasarlo a un papel, que como sabemos aguanta mucho. Nos podemos dar cuenta de los razonamientos erróneos o los que producen la rabia y el dolor. De igual forma, es un alivio y si se organiza un texto bien formado, podemos hasta entregarlo como carta.
Adiós al email y los mensajes de texto infinitos. Es lo más personal e íntimo que podemos lograr, sólo con la compañía de la inspiración emocional y un buen café. Cualquiera puede hacerlo, no se necesita ser un escritor reconocido con grandes versos y figuras retóricas. Basta con hablar de corazón y con las mejores intenciones de sanarse.
Dejar fluir el lápiz, es una de las mejores terapias para plasmar nuestros sentimientos. Cuando sientas que quieres decir algo y no puedes dirigirte a tu destinatario, escríbelo. No necesitas una redacción perfecta ni ser profesor de lenguaje. Es un ejercicio perfecto para salir adelante y no dejar nada pendiente. Sólo necesitas motivación.
Y ustedes, ¿han tenido ganas de decirle cosas a alguien y no pueden?
Imagen CC Dia TM